martes, 21 de enero de 2014

Catedral de Palma de Mallorca.

   La Seu de Palma es el resultado de una promesa del rey Jaume I. Parece ser que el monarca que ría una iglesia emblemática, visible desde la lejanía, mar adentro para que guiase física y espiritualmente a los viajeros.

   Años más tarde, hacia finales del siglo XIII y principios de XIV, comienza a construirse, posiblemente sobre los restos de una antigua mezquita. Se inició por la zona de la cabecera, que serviría además, de capilla real.

   Durante el siglo XIV hubo un cambio de planes y lo que iba a ser una iglesia gótica de medianas proporciones se transformó en el preludio de la hermosa catedral que contemplamos en la actualidad, de prodigiosa altura y
luminosidad, con muros pantalla perforados por grandes ventanales y rosetón de brillos multicolores . Para sostener estos altos muros, se refuerza con hermoso despliegue de arbotantes que le confieren una complicada y sorprendente imagen exterior, aquella que verían además los viajeros de la Edad Moderna reflejada en las aguas de la bahía, donde hoy se dispone el Parc de la Mar.

   Una vez cerca de la Seu, podrían disfrutar de la maravillosa decoración del portal del Mirador, auténtica obra cumbre del gótico balear  debida a varios escultores europeos, entre ellos Pere Morey. La portada principal se remonta a fechas posteriores, concretamente al siglo XVI. Está concebida como portada retablo y sufrió considerables transformaciones durante el siglo XIX , tras el terremoto que afectó a la isla.

   Además del edificio catedrático, destacan otras dependencias construidas a lo largo de los siglos, como la Sala Capitular, de planta elíptica, el claustro barroco, la sacristía, etc.

   El interior del edificio es amplio, luminoso y de una enorme pericia constructiva, como demuestra la increíble sensación de fragilidad producida por sus estilizados elementos arquitectónicos. Pero, sin embargo, supo defenderse al paso del tiempo, que fue dejando en sus paredes y capillas la decoración que marcaban los sucesivos estilos en armoniosa convivencia. En la cabecera destaca una de las últimas aportaciones, la más visible de las reformas que realizó el genial Antonio Gaudí en la catedral; el baldaquino.



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